Poema 21
Ni la moribunda razón
Puso mi vida en sazón
Y ahora rendido en la inmensidad
Voy a merced de la libertad
Que me ha regalado el naufragio
Se diluye en vientos salados
Mi desgarrada voz
Y el eco me niega la mano
Y ni en oración ni en sacrificio
Encuentro consuelo bajo este cielo maldito
Si hoy no suena mi llanto
Menos sonara mi saeta
Flota en soledad
El cuerpo que carga mi alma
Solamente navega por el tiempo
El lugar es siempre el mismo
Se hundió con mi crucifijo la fé
Y solo resta esperanza
Cuando fue almuerzo la paloma santa
Del albatros que estos horizontes guarda
No veré nuevamente a la aurora
Alzarse sin permiso sobre los montes
Ahora que solamente veo luz
Cuando por la luna el sol ilumina
He de conocer la impotencia
Lloraré todo pasado latente y mal sufrido
Ahora que soy testigo
De cómo se subordina Dios
A la voluntad voluble del mar imponente