Israel, Palestina, Rusia, Ucrania, pueblos hermanos, cuanto antes, a firmar la añorada paz, es una exigencia mundial

poema de PAR

Israel, Palestina, pueblos hermanos
¿Por qué como Caín y Abel os hacéis daño?
No es justo que os matéis y torturéis,
arriba, en los cielos,
Sara, madre de Isaac,
fundador del pueblo de Israel,
Agar, la esclava egipcia, madre de Ismael,
del que nació el pueblo palestino,
el mismo que Israel con la muerte quiere borrar su destino,
la Agar que sobrevivió en el desierto de Beèr-Shèbà
con su pequeño Ismael envuelto en una manta,
la misma que le prometió a Dios su pueblo salvar,
al que llamó Roi,«el Dios que me ve» (Génesis 16:13).

Abrahán padre de Ismael
y de Isaac,
de estas tribus el patriarca,
que han sobrevivido
por siglos en Gaza,
próximos al mar Rojo
y el Golfo de Adén
vecinos del cuerno de África.

Sara, Abrahán, Agar, Ismael, Isaac,
no paran de preguntar y suplicar
para que cese está guerra sin sentido
que a todos, tarde o temprano
por odio y hambre os va a matar.

Cada niño caído,
cada lisiado, cada hombre y mujer
asesinados con fuego,
con metalla, con misil, piedra o metal,
con las manos o los pies
y el cerebro envenenado,
marcarán el odio mundial,
llevando al exterminio el semitismo.

¿Acaso no lo entenderás Israel que queréis
acabar con Palestina,
que el mundo os odiará y te llevará al exterminio,
como en la Segunda Guerra Mundial
lo hizo el nazismo, queriéndoos erradicar
de la faz de la tierra?

Ya no habrá rechinar de dientes,
ya no habrá movimiento sionista
que os pueda de las temidas diásporas y ríos humanos judíos
salvar ¡se os acabará el maná!

Seréis el judío errante, que como maleza,
cada país o nación erradicará por miedo, prejuicio,
por la marca que llevareis de parricidio y genocidio,
porque llevaréis las manos de sangre manchadas.
que nadie os perdonará.
por tu pueblo odiado y perseguido,
nadie dará nada,
cavareis con tu guerra fratricida
tu propia tumba,
tu cruenta gloria nadie recordará.

Entenderéis Israel y Palestina,
que deberéis apresuraos
al diálogo y a negociar
el cese al fuego,
porque en la guerra nadie gana,
la guerra deja una herida que nunca sana.

En la guerra la sangre que cae a la tierra,
la envenena, los que en ella
sobreviven, su alma endurecen,
llevan en el alma, en su historia, en su génesis,
el dolor y la venganza,
como ha ocurrido en Colombia
desde el siglo XIX,
cuando expulsó a la España
colonizadora y explotadora,
dejándonos habitando una
Patria Boba genocida,
que no ha podido comprender,
y menos salvar,
el paraíso que ha visto crecer
y caer con el fuego de fusil a sus hijos.

Con esta cruenta guerra,
cada hombre, mujer, ser humano,
hará que su alma nunca crezca
porque guardarán celosamente en su alma,
la marca del genocidio, del exterminio,
del dolor, que tarde o temprano sus frutos
serán tan estériles que terminarán
en suicidio u homicidio.

Ya no queremos en ningún lugar del mundo
escuchar que Israel está matando palestinos con la excusa
de acabar con Hamás, no queremos Hezbolá, حزب اللni,
Fuerzas Armadas del Líbano
ni del líder israelí Benjamín Netanyahu,
ni de la ayuda de Estados Unidos para alimentar esta guerra israelí,
dejando la voz del pueblo Palestinos silenciado.

Cuando un ser humano del planeta muere asesinado,
nos duele en el alma a todos los que la habitamos.
Nadie tiene porque en esta tierra ser vilmente asesinado;
como la luna, el sol, las estrellas,
el aire y el agua que recorren desiertos y planicies,
para alimentar a hombres, mujeres, niños, animales y plantas
que se extienden por llanos, caseríos y montañas,
para que la esperanza de la vida no quede en el olvido,
siempre el verde poblando prados,
nunca el rojo regado los cultivos,
¡tan solo un petirrojo en la cerca del bohío!

La cacería humana debe cesar cuanto antes,
a la mayor brevedad del tiempo,
para que el hombre empiece a crear y compartir,
para que, donde las manos e inteligencia humana lleguen,
las maravillas de su ingenio humano y de la naturaleza
empiecen a producir, generando bonanza, bienestar y riqueza.

Ni un centavo para la guerra y la muerte, todo para la vida
y por la vida de este planeta que nos ha tocado habitar.
nuestra casa Mayor, tan cerca y lejano de Marte y la luna,
nuestro lugar vital.

De nuevo germinará en esta tierra
el sentimiento más grade de la existencia humana,
poder en paz con todos compartir,
porque hemos comprendido
que no es el Otro el enemigo que hay que combatir,
sino a nosotros mismos, a nuestros miedos y codicia,
al que a diario hay que frenar y comprender
para esta tierra maravillosa
habitar y con libertad poder entre todos sobrevivir,
y mirándonos a los ojos fijamente,
poder el pan compartir.

Israel, Palestina, vuestra guerra,
es nuestra guerra, como decían
los indios Pieles roja,
no cae una hoja de un árbol,
sin que la tierra
y sus criaturas que la habitan
lo sientan.

Vuestra paz y dialogo para acabar con esta cruenta guerra,
es la máxima expresión de pueblos humanos y civilizados,
un aval para este planeta habitar.

Ni un muerto más;
cuando un grupo humano es atacado hasta el exterminio,
surge un brazo armado en su defensa e integridad
¿Acaso esto no es la legitima defensa
para defender su gente,
su terruño, su existencia, su cultura, su misma esencia?

Se trata ante todo de negociar,
todos los pueblos del mundo,
deberán unirse a esta gran causa,
para que cese la guerra en el medio oriente,
en la Rusia que hace las veces de Israel con los ucranianos,
todos ellos lugares
geopolítica e históricamente
con gran poder estratégico,
puentes entre oriente y occidente,
para que en ellos no haya un muerto más,
para que donde cayó la sangre de un niño ,
de un hombre o mujer,
empiece a germinar la añorada paz,
que a todos el alma alegrará y extasiará
en este año 2024 que empieza con sus frutos
en bosques, praderas y grandes urbes a inundar.