Eliana, Nuestra Eliana

poema de PAR

La Francisco Luis nunca olvidará a nuestra Eliana, siempre tierna, siempre entregando su sonrisa acompañando su tarea; del grupo de Yolanda y Gloria, de Ayala y Sandra, del grupo de los invidentes; del grupo de los estudiantes de la banca del balcón en los descansos, acariciados con los primeros rayos de sol mañanero, hasta que la diálisis, los pulmones, vieron su frágil cuerpo escapar, mientras Mamá y Papá la veían de está cálida tierra decembrina, inexorablemente escapar, como lo hacía la blanca paloma Campana en tierras Carmelitanas.

Ya Mamá con insoportables dolores de columna, no podrá ir al Parque de Berrio cada mañana a vender los tintos, con los que le daba mimitos para atarla a esta tierra; ahora Mamá y Papá lloran su ausencia; ahora Mamá mueve sus deditos tratando de tejer una trenza con una cabellera que la madera y el hormigón guardan celosamente en el panteón de San Pedro.

Eliana sólo una flor, una frágil flor que el viento a los cielos, como un huracan, como un fuerte huracán a los azules cielos decembrinos se llevó, dejando solos, completamente solos y desamparados a Papá y Mamá.

ELIANA, NUESTRA ELIANA

Nuestra Eliana, la vocecita
delicada que quedó
Sellada en la inmensa
aula del Profe Ayala.

Eliana, la Nana de Papá y Mamá,
a todos la vida supo alegrar,
cantó, bailó y hasta declamó
¡Quién la podrá olvidar!

Su trencita espigada,
atando su hermosa cabellera,
tejida con las manos
y todo el amor de Mamá,
como cerámica carmelitana.

Eliana con su sonrisa
alegrando cada espacio
de la Francisco Luis,
su corazón iba conquistando.

Papá cuando tu vida
se iba apagando,
corría de aquí para allá,
hasta hacerte sanar,
hasta verte de nuevo germinar
y florecer al lado de Mamá.

Pero antes de que llegara
Navidad, tus ojitos desde
los cielos empezaron
a brillar, hasta nunca apagar.
Eliana en algún lugarcito del cielo
nos empiezas a iluminar.