Amigo, hermano, rusoucraniano

poema de PAR

En la guerra nadie gana, las pérdidas materiales empobrecen la humanidad y las pérdidas humanas dejan la marca que corrobora que el hombre no es el ser más superior del planeta, menos el más inteligente, sino el más destructor, porque sin ser capaz de dialogar para transar, aprende a disfrutar del dolor ajeno y de su propia destrucción.

La nieve todo lo cubría,
la sangre caliente humeaba en hilos;
desde lejos con el fusil aun apuntando
al vacío, se deslizaba
con su cuerpo sangrante
para auxiliar a su amigo y hermano.

No era ruso,
no era ucraniano,
era su hermano rusoucraniano,
era tan solo, un ser humano.

En medio de las explosiones que todo lo aturdían,
quería salvarlo, pero su herida se lo impedía;
aun no entendía porque no sentía dolor,
¿sería que su pie se había congelado?

No lo sabía, solo encontraba muchos hombres
que agonizaban en la nieve de marzo,
antes de empezar el domingo de ramos de abril.

Nadie les auxiliaba
¿Morirían allí heridos y congelados?

Se arrastró, sacó fuerzas de donde pudo,
y avanzó hasta alcanzar con sus manos el cuerpo
de su amigo, de su hermano, rusoucraniano;
éste le clavó la mirada, era lo único que podía mover,
estaba cubierto de sangre y totalmente congelado.

Ante tal escena, mientras la mirada de su amigo hermano rusoucraniano
se le escapaba,
lanzó un grito que estremeció los cielos
No, no, no, no, no,..........................................
Allí su cuerpo cubriendo a su amigo hermano rusoucraniano,
dejó un rastro de sangre
que la nieve sepultó.

Una voz desde el cielo, todo lo silenció,
hasta la de aquella que con lágrimas en los ojos
exclamó:
¡0h Dios de los cielos, que cese esta carnicería,
que se ha llevado hasta los delfines de Turquía!