Imaginario colectivo

Todos los días sale un tonto a la calle
y el primero que lo agarre se lo queda.

La segunda vez que el globo terráqueo
se alzó en armas y llegó al subterráneo,
no trajo solo, apacible, consigo
eterno descanso a miles de Milos;

también llevaba, apretujada en sus bragas,
las segregaciones que esfumaron, magas,
a seis millones de pijamas con rayas.

Eligieron un país de oriente medio,
su estrategia: la tragedia y el miedo.
Ahí colocaron a los que antaño
sumergieron, tan viles, en un pantano.

"Tanto los queremos que ahora vivirán
lejos, muy lejos, y nunca volverán",
dijeron, tan panchos, luego sumergieron
las manos ahuecadas en el chiquero.

Hoy día, este bastardo de país,
donde sobrevivientes pueden vivir,
ha devorado, tan salvaje y con prisa
casi por entera tierra palestina.

Convirtieron a todo un gobierno
en cimentador de un terrenal infierno
y todas las almas murieron adentro
de una flama eterna que hoy sigue ardiendo.

Solo porque son mi supuesto enemigo
en nuestro imaginario colectivo
no extenderé fariseas narrativas,
no ensuciarán mi guadaña sus vidas.

¿Solo porque no creés en mi dios
creés que no te voy a dar la mano?
¿Solo por no profezar mi religión
no te voy a abrazar, no serás mi hermano?

Todos los días sale un tonto a la calle.

¿Quién irá a detener la caída
del hormigón y la madera roída
sobre víctimas del genocida?

Convirtieron a este mundo entero
en cómplice de los más certeros
y todas las manos se lavaron
con la sangre que ellos derramaron.

Esquivando, uno a uno, los proyectiles...

El bombardero tendrá que responder
por sus acciones y preguntas que haré:
¿por qué no paró la bola de demolición
cuando vio la luz en una habitación?

Y ahora, mi vida se apagó
en este infierno terrenal

vi cómo mi familia murió
o ellos me vieron a mí marchar,

mas, ya por mi situación
no te has nunca de preocupar,

que, el hoyo en que descansaré yo,
es superado en profundidad:

aquel lugar al que irás vos
será tu infierno terrenal;

ya siempre oirás el estertor
unificado de una ciudad,

la que masacraste solo por
seguir órdenes y nada más;

el cumplimiento de tu labor,
¿cuántas vidas nos va a costar?

Siempre que oigas una ovación
tras (vos que podés) veas tu hogar,

recordarás siempre el bastión
en que te paraste a llorar

al compás de cada explosión,
la destrucción volverá en un flash:

cada vez que apretaste el botón
que una o más vidas iba a parar;

¡serás el más bajo escalafón
en cualquier estructura social,

serás el tonto que a la calle salió
y su gobierno pudo agarrar!