La metamorfosis del abrazo

poema de De Pando

Cocktails For Two || Coleman Hawkins, Ben Webster, Oscar Peterson

Nacho aprecia de Ana
algo parecido a lo que
Ana adora de Nacho.
Y no es fruto de una dulce coincidencia
si no del esmero que pone Ana
dibujando países imposibles
y del cariño que pone Nacho
por construir aviones
con los que poder habitarlos.

Son la mezcla de la espuma mecida
sobre la orilla que le brinda cobijo,
son arena mojada
la misma que utilizan los niños
para edificar catedrales de sal.

Son 10 años celebrándose en el encuentro
y Nacho ha crecido tanto que
ahora ve a Ana desde la inmensidad,
Y desde ahí
me cuenta todo lo que admira de ella.

Su profunda capacidad por sentirse
y sentir a los demás,
haciendo gala de esa empatía de pan caliente
que siempre lleva consigo.
Su insaciable búsqueda del asombro,
esa con la que viaja uniendo continentes,
arrimando océanos.
A Nacho le gusta esa dulce y madura
metamorfosis del abrazo
a la que han conseguido llegar
gracias a su cálida virtud del entendimiento.

Él la mira igual que
cuando escribía la carta a los reyes,
cruzando los dedos,
apretando los nervios.

Y Ana durante esta década
de esbozos y cosechas
ha podido ver a Nacho
del mismo modo que las cigüeñas a su nido,
del mismo modo que cantan las gitanas a la luna.
Y con las mejillas cómplices me confiesa
todas esas cosas que le cautivan de él.

Su valiente forma de mirar al mundo,
arriesgando por lo importante
comprendiendo que no siempre es necesario poder.
Su cándida manera de arropar,
sonreír, escuchar, acompañar
y de querer con las manos.
Su mentalidad racional,
la paciencia con la que le saca las esquirlas,
la nobleza que tiene
en esa predisposición por servir
por fundar rincones seguros.

Tienen la suerte de los que la buscan,
son la historia de los que ganaron
porque no podían perderse.

Y solo puedo agradecerles desde la palabra,
el hacerme creer en los mundos posibles
en el amor artesano
en su dulce metamorfosis del abrazo.

Por otros 10 años más.

¡Arsa!