Retales de una vida juntos como cura

Imagino
Imagino siendo adultos y rememorando esa juventud que vivimos y que nos hizo dueños de una parte del otro. Nos veo adultos recordando las discusiones sobre los para siempre con todas las cosas tan hipócritas que traería no acabar cumpliendo esa promesa de regalar un para siempre.
Nos imagino ancianos. Nos imagino como ancianos: con la experiencia como estandarte y los ya olvidados quizás como motivo de orgullo. Motivo de orgullo serán porque todos esos quizás, todos esos “Y si…” y esas dudas que ya consideramos tontas de las que los dos fuimos enfermos y que ya nos habremos librado. Puede que la enfermedad que tengamos en ese momento sea otra. Otra que no tengo que ver con nuestros actos. Una enfermedad que no dependa de nosotros, una enfermedad sin importancia. Sí. Sin importancia. Importante será en la medida que la alimentemos, como la enfermedad de las dudas que habríamos superado en gran medida ya. Esta última sería una enfermedad con importancia.
Una enfermedad que hasta lo que mi humilde ignorancia llega a entender, se pasa con los años y las vivencias juntos. Los palos, los mareos, las meteduras de pata… Todas formarán parte de la cura. Una cura que, basada en los retales de una vida, se irá formando e ira disipando esa grave enfermedad que nos come. Besándonos la cara los recuerdos al aire, recordando lo bueno y olvidando lo malo. Haciendo que ese viento dure vaya a donde vaya. Haciendo de nuestros corazones lo mejor de nuestro equipo. Dejando que nos lleve volando a otros nuevos recuerdos. Una definición de la cura bastante aceptable ofrecida por los Celtas Cortos, no los que se fuman, sino los que se disfrutan fumando con una caña escuchando su “Retales de una vida” mientras nos contamos los nuestros alimentando nuestra cura.
Nos imagino. Sí, nos. Como un atardecer de día soleado que nunca acaba, como ese viento que creamos y que nunca acabará. Ese para siempre que como bien expresa, es para siempre. Nos imagino dejando este mundo como cuando éramos jóvenes y crecíamos pasando etapas de nuestras vidas, que siempre iban a mejor. Un final de etapa triste y melancólico causado por ese temor que siempre nos tiene preocupados en diferentes medidas. En definitiva, ese paso que prefiero no pensar en que uno de los dos dejará atrás al compañero de vida por primera vez en mucho tiempo. Siempre manteniendo ese para siempre eterno, mágico e ilusionante.
Imagino como vamos curando ese mal. Nos imagino luchando contra ese mal. Luchando contra todos los males y construyendo retales.