Pertenecer

Durante meses he trabajado con la idea de que la tranquilidad y seguridad debe depender exclusivamente de mi. Me aferré a todo lo que me hiciera vibrar y no lo solté más. Estoy decidida a no volver a dejar mi paz en las manos de nadie.
Pero debo confesar que hay días en que estoy cansada y me gustaría que aunque fuera por unas horas, mi seguridad y mi paz, dependiera de alguien más.
Entonces es cuando lo extraño, pero sin extrañarlo a él realmente. Porque siendo sincera yo ignoré muchas cosas. Dejé a un lado que me gustaba la chispa, el baile, la emoción, por noches de jugar a las cartas, ajedrez o ver películas en el sillón.
No lo extraño a él, extraño la seguridad que me daba el sentir que le pertenecía a alguien más y que esa persona me pertenecía a mi. Me gustaba sentir que era suya, porque me sentía protegida por un manto de paz que no recuerdo haber sentido antes y ciertamente, que no he sentido después.
La clase de tranquilidad por la que estaba dispuesta a dejar todo. A ignorar las señales, a ceder mis costumbres y aceptar lo monótono, lo aburrido.
Todo por el simple arte de pertenecer a alguien.
Aquel concepto mal visto y tachado de retrogrado, mientras se pelea por la libertad.
Esa libertad por la que peleo día tras día mientras intento calmar mi ansiedad yo sola. El lograr ser felices sin depender de nadie.
Entonces me disculpo conmigo y con todos los que podrían llegar a leerme. Porque debo admitir que en estos días solo quisiera “pertenecer…”.