Mis colores y su escala de grises

¿Han oído el mito de que cuando compartes una noche con alguien te pasa su energía? (Por decirlo de forma elegante).
Pues últimamente me siento apagada, amargada, no tolero las cursilerías ni las exageraciones. Me molesto por muchas cosas y sonrío por poco.
A veces creo que también se traspasa la crítica, porque a ratos me noto juzgando, comentando cosas que antes no me importaban. Supongo que hay cosas que es mejor no analizar. O quizás sí.
Quisiera volver a ver las cosas con mis colores, pero actualmente hay muchos momentos en que veo en blanco y negro, como él.
¿Será que ahora él vea más en colores que en escala de grises?
Dios, si hasta parece que oigo su voz en mi cabeza cuando se me escapan sus mismas expresiones distantes, ajenas.
Ojalá pueda sacármelo de adentro y ojalá él se quede con algo mío. Quiero que tenga mis colores. El rosado que brilla cual atardecer cuando sonríe. El amarillo resplandeciente que nubla mi visión cuando canta sus canciones favoritas en el auto.
El rojo intenso que me invade cuando me mira con esos aires de superioridad. Y ojalá estuviera describiendo la rabia, pero no.
Es más, mucho más. El límite entre el odio y el deseo.
Y me he vuelto adicta a ese limbo.