Mi barrio 2

Una calle, una historia
que nunca se olvida,
siempre la tengo en mi memoria
de mi vida es el punto de partida.

Una pendiente inclinada
una parada de autobús,
un ómnibus que va alumbrando la barriada,
una niña de la escuela viene llegando,
con el uniforme sucio
y bien despeinada.
Otro niño la acompaña,
el churre domina su vestimenta
parece que nunca se baña,
ya es negra
su patriótica pañoleta.

En la esquina una señora
piano enseña
a toda hora ,
como magia soñadora
sus notas y sus compases
inundan la calle ,
la música te hace una seña,
como si una bella dama,
tomaras por el talle.

En la intersección , desafiando la loma,
un juego de cuatro esquinas,
con la mano y pelota de goma,
la gente que pasa se queda mirando,
el juego a la vida se asoma.

En la escalera
de la casa de un amigo
en las noches nos sentamos,
conversaciones sin mucho sentido,
sobre cualquier tema opinamos,
y aprovecho para de reojo
a su hermosa prima mirar,
con su piel café y su pelo largo,
ella sola detiene el tráfico ,
cuando cruza la calle,
no necesita mirar a los lados.

Es un lugar de gente humilde,
las puertas de las casas
están siempre abiertas,
al igual que las del alma,
no hacen falta muros,
ni sofisticada alarma,
puede que a todos nos acabilde
sin hacer muchas preguntas.

Hay un bar a mitad de la calle,
en su portal siempre esta un vagabundo
que en un tiempo músico fue,
y se sabe todos los acordes,
su familia lo abandonó,
cuando de la cabeza se enfermó.

Adentro, en la oscuridad,
gente que mucho ron toma,
en la esquina unos músicos
hacen su tarea,
pero nadie los oye,
se esfuerzan por tocar cualquier tonada,
la gente sigue en lo suyo
como si nada.

Sigo caminando calle abajo,
una antigua bodega despintada
su entrada enseña,
donde todos mercancias compran,
y la hija del médico, con bolsas
va subiendo la escalera,
me guiña un ojo,
me hace una seña.

Ya observo
el viejo campo de béisbol ,
y mi corazón da un vuelco,
me parece ver a mi papá
cuando a jugar me enseñaba,
los domingos,
en las soleadas mañanas.

Unas pocas calles más abajo,
el inmenso mar a las rocas se asoma,
con su sonido y su aroma característico
a nadar te invita, con su amplia sonrisa
y su intenso color azul,
la espuma en la orilla se forma.

El sol , que en los edificios se esconde,
y le da un respiro a mi blanca piel,
la tarde que se despide,
el horizonte se tiñe de miel.

Estampas del lugar donde nací,
con mucho orgullo,
en mi mente libremente
corren,
con inusitado frenesí,
nunca sus personas olvidaré,
rincones que acuden a mente.

Comentarios & Opiniones

Xio

Así nos llega cada rincón, cada piedra, cada casa, todos los barrios se parecen, tienen ese sabor a familia, a hogar, a hermandad, que maravilla!! el dolor se compartía, pero tambien las alegrías; así mi Cuba querida, un abrazo Michael,buen día.

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