Cuando me llamas amor...

Cuando me llamas amor, debajo del algún cristalino cielo,
o deambulando por alguna nerviosa calle, sea de día
o el manto de la noche nos cubra por completo, en mi pecho comienza
un espectáculo de pirotecnia que llena el vacío de explosiones
y aquellas indecisas luces que a veces queman y a veces
solo desaparecen de felicidad en algunas grietas y con la brisa
serán solo rasguños débiles en el mármol.

Y cuando me llamas, amor, mis pies entorpecen
rozando el viento por acudir a tu llamado y mis manos
se extienden rasgando el tiempo, acortándolo, como si arrancar
el segundero de algún reloj sirviera, como si mirar el reloj sirviera,
entonces me apresuro por el terreno baldío, haciendo a un lado
la maleza que ha crecido por exceso de tolerancia, cruzo los
infortunados senderos ignorando las señales de advertencia,
me mezclo entre las sombras que le temen a lo distinto
y casi a punto de llegar…

No hay nada que decir, cuando me llamas amor,
tu voz se asemeja a un rugido pero ambos sabemos
que no eres más salvaje que un koala.

Cuando me llamas amor, la tierra parece más cálida,
sobre todo cuando me lo dices de cara al pecho,
y bien sabes que cuando me llamas amor,
la eternidad es cómplice de tus palabras,
no del significado.

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