Paraíso.

El viento está rebosando sus fuerzas.
Agita los prados de un lado a otro sin mesura. Los colores se entremezclan y un arcoiris cubre los suelos, antes verdosos.

El sol no hiere esta tarde. Cedió al imponente viento su lugar de Dios.
Camino sobre el arcoiris naciente de este hermoso prado. El viento me tiende una mano evitando mi caída ante su presencia.

Esta tarde soy un angel. La naturaleza me lo permite. Me permite superar la fuerza de su muerte y me muestra un nuevo camino. En este camino ya no hay seres alados; dejamos atrás las alas. No hay prisa ni necesidad de volar. Amo la eternidad y la humanidad de caminar.