Volver.

Volver.

Renacer al dolor de la parca, una fea etapa que todos los seres pasamos y que nos deja en profundo dolor en el alma y en todos los músculos del corazón.

Más si esa partida es la de tu amor más fiel y eterno como el de tu Madre que fue tu compañera de vida y de aventuras en todo el tiempo que fue su existencia.

No hay dolor más intenso y real que ver cómo se va poco a poco, pero el de su ausencia que se va sumando a meses y que sabes seguirá así hasta tu propia muerte es triste.

Y el tiempo que se suma al hecho de la ausencia y del duelo es quién va recogiendo esas lágrimas, ese dolor en el pañuelo de la fortaleza y de la capacidad de amar, amar lo que fue ella en tu vida y lo que será mañana cuando el sol salga otra vez.

El amor que aún nos mueve y nos modifica los pensamientos, que nos hace desear despertar al día siguiente aún con la resaca del dolor, con la mirada aún viva de querer seguir adelante.

Así es la vida, así la dura realidad que nos conduce por un sendero duro de soportar y de asimilar, también de andar con fe en sí mismos y en lo que es el verdadero amor.

A ella.

Anna.
Mayo 19. 2022.
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