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DEJÉ mis libros en las bancas de los parques.
Distribuí a buen criterio mis películas entre los amigos.
Reciclé cada hoja que tuviera la marca de mi letra; antes y después me despedí y renuncié a mis ideales de escritor que sin una paga no eran más que sueños.
Corté mi cabello hasta sólo mostrar una delgada capa oscura.
Limpie y pinté mis zapatos.
Estrené un traje de hace tres años.
Dejé de blasfemar.
Dejé de fumar, y sobre todo, de tomar.
Comencé a despertarme a las cinco de la mañana y a dormirme cuando el trabajo estuviera terminado. Desistí de las buenas ideas y me dediqué a la dedicación y a la sobriedad de la disciplina, realicé mi servicio social. Comencé a comer verduras. Compré una loción, varias corbatas y un bono para el transporte público.
Me hice un buen hombre. De continuar así, en medio año seré también un buen esposo y en un año tendré un hijo y me costará educarlo y ver que cumpla su proceso para ser un buen hombre.