Florencia

poema de De Pando

Silencio.

Mis ojos acaban de ver Florencia en llamas
y se han petrificado por supervivencia.
La búsqueda del aire ha sido avasallada
por el regazo de un milagro salvaje,
ahora siento el vértigo de la proporción áurea
delimitando los trazos de la hipnosis.

Es el secreto que hay tras el hechizo,
atraviesa como un rayo cada vértebra
dejando el rastro de un clavel crucificado.

Sigue el silencio.

Tengo las cuerdas vocales sembrando sed
sobre unas palabras mendigas.
Suena el canto de un naranjo floreciendo,
la primavera es un capricho
y la lluvia una necesidad.

Más silencio.

Mis manos solo pueden arañar
el resquicio de una utopía mal curada.
La sombra del tiempo se fragmenta
y abandona mis pasos convirtiéndose en rocío.
El deseo ha resucitado.

El silencio huye en voz baja.