Vos y yo, somos uno y somos dos

Sos como oxigeno para mi alma, oxigeno que me nutre y a su vez me desarma y me convierte en una guerra pero sin arma, con disparos de amor que se introducen lentamente en mis entrañas.
Cuando me tocas se enciende en mí la calma, siento la palma de tu mano y nada me parece en vano, lo que me transmitís es indescriptiblemente hermoso y convertís mi desgano en una plenitud absoluta, esa es tu trascendencia en mi consciencia.
Haces valer mi existir, porque existís. Jamás imaginaria querer poseerte o tratarte como algo propio, las percepciones y experiencias son solo y nada mas que tuyas, pero encantado estaría de poder compartirlas y sentirlas en el momento que la Vida lo permita, el azar o lo que sea que esta circunferencia existencial dicte, no quiero denominar más. Quiero ver tus ojos y ver en ese océano infinito el origen del tiempo, el momento en el que empecé a creer, creando. En tus labios siento la expansión del universo y me sumerjo en algo que no puedo volcar en un solo verso. Si podría apreciarte en cada versión de la realidad, lo haría sin dudar, porque me penetra y seduce tu existencia imaginaria y real. Sos como una inhalada de marihuana, no te necesito pero te elijo. Interactuar con tu órgano sensorial, me fijo y sos tan real. En donde se encontrara esta extraña sensación que no termino de descifrar, es lo que se encuentra en este baúl mental, extrañamente impersonal. Sentirte por todo mi cuerpo, se me estalla la cordura y el equilibrio direccional que me guía en cada paso semanal. No me llevas hasta el cielo o hasta la Luna, son demasiados ínfimos esos lugares comparados con la cantidad de lugares existentes en la inmensidad. Me transportas hasta los confines del universo observable y la entrada a dimensiones no palpables e inimaginables por mi endeble aparato intangible y terrible, el cerebro y su sonido audible.