Doris, mi amor

Te noto a faltar
como pensaba que sucedería,
el tiempo pesa como un maldito sobre mí,
y estoy seguro que sobre ti también.
El silencio al que me sometes es un castigo que no merezco,
ni tú tampoco.
Nuestra relación ha tenido muchos momentos graves,
y el último lo fue. A veces tú,
a veces yo, hemos sido agraviado o quien agravia.
Sin mala fe, con amargura
porque somos seres sin felicidad y destrozados
por anhelos que no se cumplen.
Doris, mi amor,
El silencio no puede rematar lo que hemos tenido,
lo nuestro no puede terminar de modo helado
como si ahora fuéramos dos extraños.
Porque aunque en la forma así nos presentemos
en el interior nos daña y causa heridas
este adiós sin adiós,
esta callada por respuesta
a una carta de explicación,
de los motivos por un comportamiento tan malo.
Si hemos hablado miles de horas
y ello nos hizo dos seres unidos de modo tan especial,
aunque fuera una última charla,
nos la debemos el uno al otro,
un adiós sin tanto daño
si que nos merecemos, Doris mi amor.
Si es que ya no es posible apostar una vez más
por nuestra historia compleja y que ilusiona;
que da mucho más que quita.
Josep.