A nadie le importa...

Desperté esta mañana sintiendo otra vez la casa llena de voces,
los tendones congelados y una distancia malévola
entre el aire y mi sistema respiratorio.
Hoy, días como estos,
despido mi memoria y a base de pulsos entrometidos,
me desahucio, me siento en algún muladar de mi soledad
y dibujo círculos en la tierra y ahí me quedo sentadx,
tratando de no rendirme,
de decirme y hablarme y reconfortarme y calmarme,
pero luego veo mi figura traspapelada
en la ventanilla de alguna 4x4
y mi mente desaparece
y se esconde entre los matorrales de mis recuerdos
y me regresa la voz de mi padre,
gritándome que patee el maldito balón,
que cierre los puños,
que un león le gana a un tigre
y mi cabeza se despedaza
y los parpados me condicionan sin regreso a casa.
La verdad es que a nadie le importa y al final,
cuando llegas con racimos en los brazos y los pies bañados de oro,
todos te dicen que sabían que lo lograrías,
entonces empiezan a colgarse de tus ramas y te liman los pies
y unx se mira al espejo y se ve devoradx por sonrisas
y puertas
y invitaciones
y llamadas telefónicas
y solicitudes de amistad
y likes
y entonces hablas y dices y opinas
y cuentas y declamas
y te das cuenta,
de que en realidad…
A nadie le importa.