Sonrisas cómplices

solamente tu mano, tenerla como un gorrión que duerme en una rama,es mágico .
Necesito lo que das
para entrar a tu mundo, y limpiarte ese trocito de azúcar de La galleta que quedó ahí en tú cachete.
Hay un tramo de tiempo en el aire, urdiendo cada uno de tus dedos.

Y tu pelo de durazno que está largo por falta de cuidados con tus ojos la tierra donde me sostengo, aunque siempre ando volando.

Yo solía pensar que era extraña en este mundo.
tiene que haber alguien como yo decía.

Y en un segundo casando de esos días donde tomas el subte y quieres cerrar los ojos para no ver .

El ruido del tren y diez estaciones
Se sienta a mí lado un niño más o menos de cinco años...
Despeinado ojos grandes ,ojos chispeantes de curiosidad y ganas de vida.

Su madre discutía por celular la forma inquebrantable de esta vida dura,que lleva a desatender a un ser tan hermoso .

El niño tenía un cochesito como de colección y nos subimos a él
Los dos jugando a la ventura de la inocencia...

El la tenía más clara que yo...
La madre extrañada miraba a su hijo jugar conmigo.

El nene se llama Mariano
Y viajamos en un coche chiquito sobre mí pierna a los paisajes más soñados.

Nos fuimos por carreteras de soles de playas
Los otros pasajeros cansados del trabajo
Con su karma a cuestas
Pero Nosotros dos éramos pasajeros del juego
Reíamos.
Mariano hacía con su boca ruidos de frenadas
Y yo chocaba con los ángeles y volaba.

En una estación creo que era la sexta la madre a los tirones le grita...

Y la sonrisa de nuestros rostros se apagó
Cómo se apaga el día,al llegar la noche.

Chocamos ,nos hundimos por un momento en lodo.

Solo que al bajar mariano me miró y sonrió levemente
Le hice un chau suavecito y con mí mano tímida lo saludé.
Tenía temor que su madre le vuelva a herir el alma.

La madre seguía con el celular
Y otra vez le gritó tironeando su manito.

Mariano volvió a mirarme Cómo avisándome que ya lo había asumido.
Que no tenga vergüenza.
Que no llore porque el ya no lloraba...
Reía.

Que lo bueno de vivir, era tener una madre
Su mamá se olvidó de jugar
Ya no sabía cómo sonreír.
Al seguir viaje ,me hice adulta de nuevo

Y pensé que lo bueno de vivir es haberme subido al cochecito de Mariano.
Sonreír es lo que salva a ese niño
Grande o pequeño
Sonreír es vivir jugando el juego de la vida.