Un canto a la tristeza

Un canto a la tristeza

Tristeza, cuando pienso que te has alejado de mí, de pronto vuelves, ¡acompañada de una gran consternación! Y en esos momentos de angustias, cierro mis ojos carnales, y los abro en la profundidad de tu melancolía que me asfixia, dejando mi alma exhausta y sin vida. Y yo te venero y te acepto con gran resignación, porque sé, que soy como una pequeña brizna, la cual, derrama lágrimas cristalinas en honor a tu presencia. Y si mi corazón fuese hecho de piedra, quizás no me conmovería, ante tu repentina llegada, sin embargo, cuando apareces triunfante, mi corazón se derriba ante ti; y yo te venero y te canto canciones cual jilgueros que trinan al despuntar el alba; te canto y te digo…
¡Oh tristeza! ¡Oh tristeza mía! Porque aunque yo me aferre, vehemente, a mi alegría, tú siempre ganas y te posas muy altiva, aquí en mi pecho, dejándolo fatigado y sin aliento, para seguir bregando contra ti.

Palabras del alma

Martha Humphrey
Derechos reservados©