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Vestidos de blanco
Como para ponerse ante el cura;
El condenado, el mala sangre,
El mandado de Dios Todocuestionado:
A recitar un coro.
Unos votos mal intencionados,
Y un sí quiero a modo sarcástico
Mientras hablan por sus ojos,
Las lágrimas que recogen luego sus manos:
Despliegan el luto que llevan impregnado
En su corbata, y en su velo mal colocado.
Después viene la rebeldía:
Unos aplausos,
gritos y luces recorriendo todas las caras abatidas,
Posteriores al beso en los labios,
En la mejilla junto con un abrazo simpático.
Casi toco con la yema la próxima rutina.
Y espera, que ya suenan las campanas,
El arroz tirado al suelo que pobres recogen
Y los pétalos de rosa arrancados de cuajo
de flores que no les pertenecen.
Un "enhorabuena" logro oír,
Un "me alegro por tí" escucho por ahí,
Y una amarga despedida frente a mí.
Casi toco con la lengua la última caricia,
Los últimos besos,
Las últimas horas y noches en vela,
Los últimos sí quiero y te quiero.
Espera que ya llega,
El transporte
¡A ambos se los lleva!
Cogiditos de la mano
Hasta tormenta y marea,
Que ya ha hundido su barco.
Casi siento en el viento,
Su último aliento
Escrito en lluvia negra.

© M, Saida Cerdán