La saeta del sátiro

Y en mi vida de prófugo,
será mi sudor hidrófugo
y no ha de dejar pasar
ni un grano de sal del mar

pues, nunca habrá tanta sal
para que sirva de abal
de este delirio cabal.

Y mi vida de convicto,
la dedicaré al conflicto
y mi muerte de espectáculo,
de mi leyenda, el preámbulo.

Y al Colectivo de la paz
que se creen luces de un haz
y viven dentro de un matraz,

sepan que no moriré,
que, en sus entrañas, viviré
y en sus venas, correré.

{... Y al colectivo de la paz
(grupo de paz),
a ver si me dejan en paz
(dejadme en paz),
yo nunca vine en son de paz
(No quise paz).

Y al colectivo de la paz
(grupo de paz),
a ver si me dejan en paz
(dejadme en paz),
yo nunca vine en son de paz
(dejadme en paz)...}

Y mi tiempo de condena,
aunque sí será una pena,
será sino un trayecto,
el clímax del gran proyecto

vendrá cuando los grilletes
(solo dimes y diretes),
los aflojen ya por fin;
vendrá cuando los tridentes,
al rojo vivo, estridentes,
empalen mi carne al fin.

Y al colectivo de la paz
{...}

Que no sea por auto-tune
que no haya nacido aún
quien me dé justa batalla,
quien me agote la metralla;

que la falta de auto-tune
y de sentido común
no sean nunca iguales,
no sean nunca impares.

Siempre fuiste solo un dullahan
y yo, poco más que un hooligan
que lo hace todo mal,
que, en lugar de robar
tu corazón, me llevé
tu cabeza cercenada.

Siempre fuiste solo un dullahan
y yo, poco más que un hooligan
que lo hace todo mal
que te vio recuperar
tu cabeza y en lugar
de ceder, quise tornar
mis manos en tu collar;
no dejaré de apretar
hasta oír por fin un crack.

Y al colectivo de la paz
{...}