La coordenada

El funeral que yo guardo
en mi manga como un as
aún ansía tus ojos pardos
que borré con aguarrás.

En mi voz, aún de espanto,
vive, incauto, el mandamás,
ajeno al golpe de Estado
que planean los demás.

En mi voz aún se guarda,
envuelta y sin descuidar,
la flema de mi garganta
que aclaré con Coca y Jack.

Nuestro encuentro fue fortuito,
nuestro adiós fue garrafal,
pues no fue sino entredicho
en silencio sepulcral.

Y ahora yo me caigo a pedazos,
pero despreocupate, bien puedo
armarme yo solito de nuevo.

Mas, cabe acaso la cuestión:
si existiera ese bastión
en que nos podamos refugiar,
¿cuál sería mi reacción?

¿Y cuál sería mi accionar
si llegara a aparecerme
tu coordenada en mi celular?

Si las yemas de tus dedos
y mi huella dactilar,
por la vida y sus enredos,
se hallaran por un casual,

¿qué sería de mi temple?,
¿qué haría tu mirar
tras desprenderse contemple
la represa en tu lagrimal?

Si existiera ese bastión,
si existiera ese bastión...

A salvo en tu abrazo
ya no habrá un mañana
que valga el tiempo reanudar.

Si existiera ese bastión,
si existiera ese bastión...

Al contacto de tus labios
quizás halle el Nirvana
o quizás halle napalm.

Si existiera ese bastión,
¡si no fuese un panteón!