El Hombre y el cordero

El hombre y el cordero

El sol de la Diosa Madre,
¡Mira como brilla en el horizonte!
¡como ciega su resplandor!
El viento se eleva,
la tierra se estremece.
Las ciudades sin hijos se marchitan,
hay tanto polvo,
tanto que el viento ha enloquecido.
El tiempo se desangra,
sobre la tierra y el mar carmesí,
y refulgen sus raíces,
tanto que los muertos parecen vivos.
Hasta el núcleo de tus huesos,
no te resistas.
Dentro de tú corazón,
repta, surge y devora,
el cordero no se resiste.
De nada sirven tus ojos ahora,
ni tu boca estridente,
ni el instinto,
ni el miedo en los latidos.
Tu frente al cielo,
galopa desde el pecho.
La libertad no esta en el horizonte,
sino en lo más recóndito,
un lugar tan pequeño,
pero el más infinito.

Comentarios & Opiniones

Juan Hernández

Gracias por tu análisis penny. Lo dijiste muy bien, quise transmitir ese instinto que nos mueve hasta el final de nuestros días. Un saludo y besos también.

Critica: 
María del Rocío

Bravo escribes precioso. Saludos y mucho gusto

Critica: 
Juan Hernández

Gracias por tus palabras María del Rocío y el tiempo de pasarte por mi humilde morada. Un saludo.

Critica: