Un cero

En el eco del desencanto, los padres se lamentan,mas nunca imaginé que un hijo pudiera

desilusionarse de sus padres.

Viví mi vida creyendo que, al hacer todo bien, al ser

virtuosa y obedecer tus mandatos, algún día escucharía tus palabras de orgullo.

Es irónico, pues el amor viene con condiciones, si eres un diez, te amo; si eres un
cero, no te amo.

Me acostumbré a ello y desgasté mis dedos en busca de la perfección, pero incluso así, no era suficiente.

Entonces quise dar más, encerré mi corazón y borré mis sueños de mi mente para cumplir
cada una de tus órdenes.

Pero ahora he perdido todo y no anhelo nada, pues estoy exhausta, incluso mis letras se han vuelto sombras.

Ya no deseo rimar ni corregir nada, solo anhelo descansar, lejos de ti, en la serenidad y la paz anhelada.