EN SILENCIO

Se secó la fuente de mi huerto
que llenaba de susurros el estallido
rojo y salvaje del acebo.

Se secó lentamentente, imperceptible,
silenciosa, casi sin murmullo,
serena, como muere la tarde
en una agonía morada de silencios.

Se secó mientras buscaba
la frescura de los árboles, reidores
a la brisa caliente de los sueños.

No quise enterarme de su muerte,
ni de su decrépito silencio.
Egoista, me centraba, ruiseñor,
en el fluir del canto de mis versod.
Sin apercibirme, que su silencio,
silenciaba la fuente de mi ingenio.

También ella se secó calladamente,
sin rumor, sin estrépito,
y me apartó del camino
que de tantas veces recorrerlo,
se me hizo: agrio, aspero y viejo.