¡Destrúyeme mujer!

La sangre me hierve,
la sangre derrite mi piel,
es imposible que lo hayas logrado.
¡Eres una depredador!

Después de tan poco tiempo,
tan cercanos a los 7 infiernos,
incluso, luego de tanta paranoia juntos,
la demencia se apoderó de ti,
la humildad te dejó y aquella,
que odiabas en mi, llena de injusticias,
te corrompió, la negrura del egocentrismo,
te corrompió.

Tan arrogante como vanidosa,
tan avariciosa como bella.

¡Oh mi Madonna!

Eras un milagro,
ahora eres una estatua en busca de libertinaje,
en busca de tus Vegas verlas llegar.

Entonces, por ti mi piel se cae
por el inescrupuloso calor de tus manos,
mis restos se queman antes tus pupilas feéricas,
y aunque sean abstrusos tus auras,
mis almas les aman,
por los abrazos llenos de frío que les hacen sentir en casa,
cerca de tus carnes incinerantes.

Así que hazlo, pero lento,
quiero disfrutar de tu último mordisco,
de la última vez que tus dientes arranquen
los dolores que dejaste en mi piel,
desgarra cada espina de amor,
introduce tu veneno,
mata cada plaqueta de cordura que en mi quedaba.

Adelante, soy tu presa,
destruye una vez más a quien alimenta tu interior,
a quien les da pecado puro a los demonios
come hombres que tienes en tu interior,
¡Destrúyeme mujer!

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