EPÍLOGO Y FIN

Nos ha asesinado este amor.
Esta bonita historia que
tú escribías en mi vida.

Poco ha poco
los días que antes tuvimos,
nos han ahogado
hasta dejarnos
sin nada.

Tú…. Yo…
¡Qué más da!

No puedo seguir más así,
amor…
sin aliento.

Volviendo a cada momento
la cabeza .

Perdiéndome a ti…

Caminado por un fino hilo
del que seguro caeré y…
acabará aplastándome.

Ante eso
decido el abandono,
la renuncia …
¡la cobardía!.

Se que…
no habrá más sol
en mis próximos días,
que derrita
el hielo en que ya…
me estoy convirtiendo.

La luz que en este tiempo
me has dado,
no iluminará ahora
el túnel por el que muero.

El pago por renunciar a ti,
será ese sabor amargo
de no tener jamás tu cuerpo…,
ni los besos con que me cubrías
mientras hundías
una y otra vez
tu sexo sobre el mío,
aplastándolo, sorbiéndolo
hasta fundirlo
dentro de ti,
buscando y… buscando,
para alcanzar
lo eterno.

Se que no tendré
la calma de esos ojos
que al mirarme,
al universo donde
siempre quise estar
me llevaban.

Que pierdo tus miradas
quietas, dulces…
bellas.

Me queda, ¡eso sí!,
el amor que te he tenido,
que te tengo…
que quizás
te tenga.

¡No se perderá
en los olvidos!.

No lo quemaré
en los fríos inviernos que…
ahora llegan.

En un cofrecito vació,
inmaculado, que …
en el corazón aún me queda,
¡lo guardaré!,
hasta que harto
de estar preso,
en otro corazón
se pose.

Allí queda ahora
agazapado, presto,
a la espera.

Y donde tanto me faltará,
habrá,
sin que te des cuenta…
instantes en que te observe,
noches que sobre ti cabalgue
aunque, entre tus piernas,
no estallen los deseos.

Tardes de domingo
que a tu lado, sin saberlo,
compartiré nostalgias…
recuerdos…

Habrá ,
cientos de momentos,
que ahogados en lágrimas
por el eco de los besos…
que….
¡no volverán!...
yo dentro,
muy dentro
de ti…
…aún estaré.

Porque todo,
todo lo que pierdes ahora
cegada por astros nuevos,
por diamantes brillantes y
perfectos,
por oropeles fastuosos con
que crees te han envuelto,
y que han hecho
¡que me tapes!
¡que me escondas!
¡que me apartes!..,
querrás recuperar.

¡Si!,
cuando a la mañana
de un nuevo día
su claridad te descubra que…
los astros
¡sólo eran luces en el techo!
¿diamantes?
¡adornos de
baratas lámparas!,
¿oropeles?,
¡vestidos viejos!...

...Entonces,
allí tras ellos,
¡apareceré yo!,
que habré dejado de ser
amor eterno,
y encontrarás
el fantasma de lo que fui,
de lo que fue…
porque ya en mi,
todo…todo esto…
¡habrá muerto!.