Somos

Y de pronto "somos".
Se juntaron nuestras soledades, coincidimos en nostalgias y en hubieras que ahora existen. Homenaje al "¿Y por qué no?" que comenzó a destiempo, pero que aguardó sin reparos ni falsos pudores, sabiendo que no podía ser de otra forma.

Me metí en tu muro, en tu agenda, en tus nervios y en tu cama. En tus obsesiones y tus culpas. En la fila de muchos. Pobres idiotas.

Y aquella imagen que mi adolescencia dejó impregnada en mis memorias, la chica "guía" que una madrugada apareció contra el majestuoso paisaje campirano, tiritando de frío mientras dejaba su casa de campaña en aquel campamento preparatoriano, ante mis ojos atónitos, mis ímpetus de pubertad. Aquella imagen, la epifanía de descubrirte mujer, de reconocerte bella, tierna, deseable... ajena e inalcanzable. La novia de mi amigo. La chava de tercero. Aquella imagen permaneció como la puerta a una posibilidad que dos décadas después da paso a estas letras que celebran el que hayas aceptado verme en la plaza de Coyoacán sin más preguntas. Que me hayas acompañado a la galería de aquel amigo. Que me hayas aceptado los tequilas, la cena, la propuesta de pintarte, los cumplidos a tu roja melena, el beso del atrevimiento, la cuenta y la noche infinita.

Fuego tú toda, desde tu pelo hipnotizante hasta tu insaciable ímpetu. Así el rubor del vino, el color de tu sangre a través de tu piel después de horas de colisionar con la mía.

Ahora, de pronto, soy de casa. Yo de la tuya, tú de la mía. Soledades compartidas, escondidas tras el reconfortante calor de sentirnos, de pensarnos, de esperar el siguiente encuentro. De no esperar nada más.

Jean Picazo