Choques entre el joven y el maduro dentro del mismo adolescente

Sin mayor dilación
sin, tampoco, palabrería
esperando estoy en mi habitación
a que la llenes de tu alegría.

No es una habitación física,
está ubicada en lo más profundo.
Siempre la has llenado con tu hechicería
Porque siempre has entrado tirando mis muros.

Mis muros que, lejos de dejarte entrar
y que a todo el mundo se le oponían,
siempre firmes seguían.

Tengo tu figura grabada en la memoria,
tu mirada grabada en mis ojos
y a tí grabada dentro de mí.

Provocadora de sentimientos
levantaste un gigante aplastado a base de comprensión.
Le animaste siempre a la no rendición
siempre pidiendo la mínima comisión.

No nací aprendido en el lujo de amar,
ni tampoco en el lujo de la paciencia.
Pero resulta que tú con tu ciencia
derrites mis paredes y te adentras en mi mar.

Un mar que muchas veces ha sido oscuro.
Un mar que otras tantas ha estado abatido.
Un mar en el que la calma la echo en falta
porque,
a veces no recuerdo en ese mar en tranquila a mi alma.

Y se que soy un necio y que mis problemas son minúcias.
Y que de una ola en mi cabeza saco una tempestad.

Por esto te doy las gracias...