NÁUFRAGO

poema de Gustafa

NÁUFRAGO
(Para A. Mujica)

Descansa ya flemático filósofo de la espera,
te saciaste de todo lo que podías desear,
un palacio de estrellas junto a la carretera,
festines en latas de oro al calor de la hoguera
y un horizonte de sueños que nadie pudo imaginar.

Se extravió tu conciencia en el jardín más allá del portal,
la trémula luz del candil dorado no fue suficiente
y de pronto te ciega el brillo que entra por el ventanal
de una sala, sobre una cama de cualquier hospital,
"es por el vino, o una broma que me juega la mente".

Alguien te toma la mano y pregunta -¿has despertado?-
y aprietas esa mano para no volver a volar...
La misma voz vuelve a preguntar -¿te sientes perdido?-
y más allá del ventanal que el viento ha sacudido
se agita una cometa sin más ovillo que soltar.

Un viejo reloj eléctrico da la hora lentamente
y, al vibrar en el pasillo el metálico eco final,
un - ¡no los conozco!- alterado, casi insolente,
se escucha gritar a un anciano desde la cama de enfrente,
a su familia, que lo observa entre resignada y formal.

Zumban las cigarras de neón su resplandor blanco y frío
y observas si viene alguien al que puedas recordar,
has quedado sin fuerzas y también sin libre albedrío.
Y de pronto una explosión de silencios...y un escalofrío cuando una a una tus ventanas se empiezan a cerrar.

(Es muy angosto el barranco y camina de perfil
temiendo las subidas y bajadas que tiene el camino,
va tembloroso como un Diógenes de bastón y candil
y en el extravío, sus huellas busca con mirada febril;
son las migas de juventud que cayeron de su destino ).

(Se ha roto el cántaro de agua junto a la fuente
que alimenta el arroyo en el final del camino,
no hay más tiempo y el candil se extingue suavemente,
el loto de mil pétalos se abrió debajo del puente
y más allá se apaga el ruido del viejo molino ).

La cabeza entre sus alas el ave a escondido...
Su canto no se oirá más entre los tallos del juncal.
Y más allá del candil apagado y el almendro florecido,
se escucha un coro fúnebre de cigarras cual chirrido
cuando se cierra la reja del jardín más allá del portal.

- Ya vienen por mí...tengo que empacar...mi familia me espera -
y sonríe con el resplandor que entra a través del cristal;
- ¿dónde está la puerta? - y un coro de voces de primavera:
"allá fantasía, allá; más allá de tu mayor quimera".
Y la vida retrae su savia por el tronco umbilical.

Se rompió el cordón de plata y fue cometa del viento,
más allá de los árboles, de las nubes y del hombre;
se alejó sin mirar atrás, sin siquiera un lamento;
cometa de luz errante entre luces del firmamento;
sólo con sus intenciones, dejó recuerdos y su nombre.

Se van sus estrellas, sus caminos y sus flores, su ciudad
como se va la espuma en la cresta de una ola viajera;
un angustioso "¡no me dejen!" en medio de la soledad
es el sollozo del náufrago en ese mar de eternidad,
sin principio ni fin, sin horizonte y sin frontera.

Sin cuerpo, sin sentidos, tan solo vive en la oscuridad,
un punto de luz cual chispa que escapó de la hoguera;
¿en dónde quedó tu razón, en donde tu intelectualidad?,
se fundieron en el olvido, crisol de simplicidad;
ya no hay mas esperanza, filósofo de la espera.

Un tiempo sin tiempo a la deriva en ese mar de inconsciencia,
tan profundo y ajeno como la mente, tan extraño;
pero él está despierto, alerta y lleno de paciencia...
Luego llega el pánico y después, un deseo de ausencia.
Y esconde la cabeza entre las alas y se hunde en el sueño.

Alguien lo toma de la mano y lo atrae a su lado
y mirando sus ojos le dice, "no te dejaré caer";
le da algo de pan, "te habías dormido y has despertado"
y unos peces, "te habías perdido y te he encontrado"...
Y dibuja su silueta una barca en el amanecer.

De una oscura quebrada a los verdes pastos de la pradera,
camina el pastor con una oveja cargada al hombro;
se había extraviado y herida, balaba lastimera.
El la abraza y le dice, "ya todo pasó, no hay más espera".
Y en algún otro jardín volvió a florecer un almendro.