La Acapella del Caracol

poema de Antonio Liz

El colorido de mi buen gusto es la envidia de la locomotora de la vida. El espejo de un archipiélago me define como una revolución que llega a su tiempo. Basta una zancada para llegar a mi nariz, mientras te apresuras, ya estoy aquí. El ritmo útil y necesario, es ejecutar con precisión en el momento exacto. Dardos aventurados, destinados al punto exacto, jamás llegarán cerca de mí, porque para siempre seré el blanco.

Una zancada simboliza "a tus pies", mientras el kilometraje a paso lento, me caracteriza como sobreviviente de milenios. El suelo es mudo al querer implementar la sinfonía de un tango. Viento que se presenta con frescura persistente, sol involucrado en la temperatura perfecta del caparazón. Resistible es mi paciencia, al compás de un pensamiento que no desarrolla.

Resistencia de la velocidad, equivalente a los visitantes del gran edén, víctima de por vida, de aquel imán que permanece en la tierra. Sorprendente es mi estilo, aquello que rima con la extensión de mi cuello. Si acaso te aburre mi pellejo, es el más hermoso y duradero, el contrario de las diferentes máscaras que entrega la vida.