El campesino

Mis toscas manos se confunden con la gris tierra.
Las arrugas de mi cuerpo, están hechas con el viejo arado.
Mi sonrisa se perdió cuando la lluvia no vino a mi prado.
Mis dedos se hincharon de tratar las semillas de la siembra.
Por las noches cuando el campo lo permite, intento con tremendos dolores.
Escribir los versos que me hagan volar y huir como Icaro de su torre.
El lápiz se pierde en tan callosas manos, incapaz de pintar la poesía que hay oculta del sol, en mi corazón.
Rimas imposibles como el viento de la montaña.
Un poeta atrapado, en un cuerpo de trabajador de la tierra, de la lluvia, del aire y del sol.
La pequeña mariposa en la tela de la araña.
Durante el día guardo en mi alma.
Lo que luego plasmo en las hojas.
Busco con pasión alguna dulce rima.
Encuentro primero sensaciones y ellas buscan las palabras.