La mujer es un virus

Ella me contagió de un virus prodigioso, potente, destructor, llamado pasión. Ella me contaminó y ahora su ser corre por mis venas; la cura no la encuentro, es una carrera contra el tiempo, es una enfermedad terminal puesto que no hay peor desgracia que estar en vida muerto. Una atracción inexpresable, una atracción que sale a flote en cada letra, en cada código comprensible para la visón humana, se hace dueña de mi persona, estoy enfermo, tengo gripa de atracción, tengo gripa de ilusión, tengo fiebre de amor y tengo un corazón al que no puede acceder ¡la desgraciada razón!
Ella me trastocó, una cascada de inspiración recayó sobre cuerpo. Su alma produce dentro de mi funcionamiento cognitivo y emocional un sinfín de tormentas, un sinfín de rayos, ¡un sinfín de tentaciones!... la esencia de ella es una balsa que recorre mi presencia y yo por medio de recuerdos recorro sus sonrisa perfecta. Convirtiéndose en aquella fuerza poderosa capaz de controlar la maquinaria de mi sistema nervioso. ¿cuál es la prueba de ello? ¿qué demuestra tales afirmaciones? Me podrán voces preguntar y yo sólo sé que todas estas metáforas son concebimiento o son la propagación del germen de su inalcanzable corazón.