y los libros empeñados en el monte de piedad

Uno, a veces, se olvida de hablar porque no tiene nada que decir, las más, porque no tiene quién le escuche y otras, porque ve un mundo de palabras vacías , siente que se está prostituyendo la manera de relacionarse.

las palabras, ayer, le abandonaron,
una tras otra, se fueron marchando
y llenó su mundo de “quisieras”,
sobre untriste rimero de calaveras
de aquellos que vivieron su vida soñando
olvidados, por ellos nunca lloraron.

La mirada reflejó la melancolía,
el soberano silencio subió al sitial
y ordenó vestir la tristeza de gala,
pintada ave que extiende sus alas
y, orgullosa, desde su alto pedestal
calladas notas , de una silente sinfonía.