Pensando a Dios en el planeta Tierra

Para mi,
no eres energía prístina, flotando en el vórtice de la nada;
no eres creador personal, engendrando a Jesús;
no eres simetría perfecta, danzando en físicos campos teóricos;
no eres modelo de la humanidad, santificándola en tu nombre;
no eres natura acrecentada, panteísmo en el eje de lo absoluto;
no eres el tiempo mismo, sucumbiendo al genio de Einstein.
Entonces ¿que puedes ser simplemente?,
¿Cuál es tu enigmática representación?.
Yo digo que tal vez pertenezcas
a las discontinuidades evolutivas;
a las transformaciones admirables
de la materia oculta en el útero terráqueo;
preñez de un cálido tesoro primordial emancipado.
Puede ser que tu presencia sea tangible
en aquellas extinciones masivas que han estremecido
los cimientos de nuestro suelo,
los colores de nuestra atmósfera,
las cadencias de nuestro mar;
extinciones sumergidas en los abismos del planeta Tierra,
que se retuerce como serpiente en magníficas placas tectónicas.
O quizás estés sosteniendo, como entorno de origen,
el fluir autocreado de los ensueños científicos:
vida inescrutable, mente inefable, plasma indecible.