Pasado.

poema de Anna.

Me siento bien y relajada, pero …
No es una paz conseguida fácilmente o en un poco tiempo, es el resultado de una lucha interna que me llevó hasta el último rincón más recóndito de mi propio ser.

Estuve tan sola en mí misma por meses que no pensaba, no podía siquiera calcular lo que significa extrañar.

La he extrañado tanto a ella que hasta me dolían los ojos de tanto llorar su partida, era tan difícil despertar y ver que no estaba ahí a mi lado como antes y como siempre hasta ese día en que debí aceptar que su aroma, su voz, su cara y su amor eran parte de un pasado que no regresaría jamás y cauterice mis sentidos al punto que no lloro más.

Extrañé tanto a ese amor fugitivo que me tuvo atrapada por un tiempo en sus letras y sus tonadas, llegando a pensar que sin sus ojos no podría ver más de lo que en los míos se negaba a aceptar, era la realidad, un amor extraño, loco y tan mágico que al final como estos toques de una varita se esfumó y no quedó más de esa tibieza en mi corazón.

Me falta tanto el aire, el sol, las nubes blancas, los atardeceres lila en mi entorno, ese viento suave en mi cara al acabar el día, esas noches llenas de estrellas en mi cielo y poder ver el mundo que se me esconde detrás de un muro de silencio y de soledad que no deja más que creer y soñar.

Extraño, un poco de calor, de un abrazo, un poco de sentimiento en mí ser que le dé algún sentido a mi vida, aun así no los tengo porque he negado estar en ese mundo que trae tanta hipocresía y falsedad al dar la mano, en ese beso de Judas que he recibido este tiempo y esa idea de que al dormir será la caída libre a la nada más estruendosa que haya podido siquiera imaginar.

Todo… Todo esto porque no quiero más la fría amiga que me acompaña a diario, esa amiga que te dice acá estoy en medio de tanto silencio a mi alrededor, esa oscuridad cuando la luz se apaga y solo se escucha mi respiración.

Las hojas del almanaque caen como las de los árboles y no hay más que esperar a que llegue un momento en el que la musa me vuelva a acompañar, esa amiga viajera que me deja por meses y no vuelve a menos que la recuerde a ella.

Sin dolor no hay poesía en estas circunstancias para mí y ahí es donde en el frío amanecer he descubierto que el poeta es triste por naturaleza, solitario por decisión y lúgubre por obligación, al menos en este mío corazón sí y pienso si un día este sentimiento se vaya y deje por fin de extrañar.

El pasado pesa, y sé que pasará.

Anna.
Septiembre 11. 2022.
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