Al verte ayer

Al verte ayer sentí una fuerte opresión en el pecho que me hizo entender en el acto lo mucho que te seguía queriendo, deseaba hablarte y preguntarte qué había pasado con tu vida, cómo estabas en realidad; pero era mejor no hacerlo aunque me muriera por saber de ti; comprendía que no era el momento ni el lugar, que lo único que podía hacer era guardar todas esas palabras y apreciar en medio de la breve oscuridad del bullicio y del baile tu belleza; me pesó en el alma no tomar tu mano para invitarte a bailar, quería sentir con toda mi emoción el calor de tu cercanía, y a pesar de no haberlo logrado, no me lamenté del todo, pues al mirarte aunque fuese de reojo, pude mantener viva esa llama que por vez primera hiciste arder en mí; no quería dejar de hacerlo, y buscaba cada oportunidad para no perderme tus ojos aunque no me miraran; estabas radiante y quizás mi mirada fue muy diciente para manifestarlo; pero clamaré a Dios para que exista otra oportunidad en la que no solo mi mirada se exprese para ti; y por si al acaso el destino nos permite dicha oportunidad, tendremos que estar solo tu y yo, para que sepas al instante todo lo que ayer quise decirte...

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