Diosa de un instante, Un amor errante II

II

La estrella que no cesa de brillar

Bebía su gin-tonic
con una inquietante brevedad
que parecía la gloria rozar,
con una gran tranquilidad
su móvil parecía mirar,
el impacto inicial
no se pudo mejorar.

Se encontraron nuestras pupilas
fue como la pincelada
que faltaba para el lienzo acabar,
aquel iris irradiaba
fuego, magia, el deseo mismo
no he vuelto
a ser el mismo
desde que aquellos
ojos azules
me tumbaron al abismo.

Como reina de los cielos,
su figura entro en escena
al sentarse en mi mesa,
logre ver
sus labios tan finos,
su pelo tan rojizo,
sus manos me recuerdan
el amor que no he tenido.

Delicada porcelana
el amor que yo he buscado,
no quiero que se vaya
sin decirle que me llena,
que estoy enamorado
que sus sueños mas profundos
son los que yo he soñado,
que he viajado por estrellas
y ninguna me ha saciado.

En ese gran instante
ella corre aquella mesa,
se despide y me sonríe,
yo no se ni lo que hago
aquel momento ha terminado.

Me paro de la mesa,
extiendo mi brazo
la tomo de la mano
a cerco su cuerpo hacia mi regazo
y la beso
como si el mundo hubiera acabado.

Andres Felipe Paz Possu