AÑORANZA

El campo se comunica conmigo
y me transmite su serenidad.
Su lenta queja llevada por el viento
se transforma en arrullo de otoño.
El sol baña todo y ¡siembra vida!

Los álamos, los altos eucaliptus
se dejan mecer.
La verde gramilla, los postes,
los alambres siempre
en el mismo lugar,
no se cansan nunca...
Parecen replicar al unísono
-No. te vayas, ¡quédate!

Todo se asemeja a un inmenso
cuadro impresionista.

El viento arranca mis palabras
que dicen para todos adiós...
Hasta otro encuentro,
hasta otra escapada de mí gran ciudad,
que nos tiene sujetos como un pulpo.

¡Adiós...Adiós...!
Mis ojos van mojando la tierra con lágrimas,

mañana de ellas nacerá tal vez,
una simple margarita silvestre;
entonces, por fin abre dejado algo de mí ser,
entre ese campo, esas flores,
esos árboles, ese viento...
Entre toda esa belleza
de la que nunca me podré olvidar.