EL CONFESIONARIO

Aquel hombre joven y delgado,
De ojos claros y mirada fatigada,
Fatigada de repetir una y otra vez imágenes su vida,
Con abundante cabello, pero gris,
Que muestra en público sus pasos lentos,
Lleva consigo una enfermedad mortal,
Va camino al confesionario,
Cabizbajo escondiendo sus lágrimas,
Llega al confesionario,
Y se postró frente a él,
Exclamando,
Padre he pecado,
He arrojado mis deseos al viento,
He alimento a la bestia que existe en cada ser viviente,
Y aún más la humana,
Porque mi dios ha dejado que la navaja afilada de la muerte,
Esté tan cerca de mí,
Dejé la puerta abierta y mi fe se ha fugado,
¿Acaso he pecado padre?,
Y desde el confesionario una voz serena respondió,
Derrumba el muro y huye,
El muro que deslumbra la realidad,
Deseas realmente continuar caminando sobre este mundo abrumado,
Deseas continuar caminado sobre las brasas de la indiferencia,
Deseas continuar caminado sobre las brasas del dolor,
El hombre es como un niño ansioso,
Que juega a la inmortalidad,
Un titiritero,
Un manipulador,
Yo también he pecado,
Porque me he embriagado de las lágrimas ajenas,
Y como un catador lo he disfrutado,
No soy quien piensas,
Soy tu serenidad,
Soy la sombra de cada partícula del universo,
Simplemente soy quien soy,
Y simplemente soy tu muerte.

Comentarios & Opiniones

Lorena Rioseco Palacios

Excelentes letras relatadas con un interesante estilo, felicitaciones querido Alberto,un placer leerte, estrellas y un fraternal abrazo!!

Critica: 
eze

Muy grato a sido pasar por tus letras saludos y abrazos !!!!!!!

Critica: 
María Cruz Pérez Moreno -acnamalas-

Aplausos por tu interesante escrito, me gustó. Saludos y buen día.

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