El vals de los sueños olvidados

Bajo la luna, en danza taciturna,
los sueños olvidados se mecen en vals,
suspiros perdidos en la noche nocturna,
sus huellas en el alma dejan rastros fatales.

Son sombras que flotan en la neblina,
recuerdos desvaídos de un tiempo atrás,
como hojas marchitas, la vida declina,
y el eco del silencio se impone voraz.

Un piano invisible toca su partitura,
en el escenario del alma desolada,
cada nota resuena, ya no hay dulzura,
solo tristeza y añoranza desgarrada.

Las estrellas lloran su lluvia de plata,
testigos mudos de penas profundas,
y en el vals de los sueños, la melancolía se retrata,
tejiendo nostalgias con hebras moribundas.

¿Qué fue de los anhelos que en un tiempo danzaron?
Se perdieron en el abismo del tiempo sin final,
como flores marchitas, sus colores palidecieron,
y el vals de los sueños olvidados sigue su ritual.

Cada paso es un recuerdo que se desvanece,
cada giro, una promesa que se desmorona,
las lágrimas del alma inundan el crepúsculo anochecido,
y el corazón se rompe con cada nota que resuena.

Así danzan los sueños olvidados, en su triste danza,
cada paso es una herida que nunca sanará,
mientras la melodía eterna, sin esperanza,
nos recuerda que lo que se fue, no volverá.

¡Oh, vals de los sueños perdidos en la bruma,
danzad conmigo en esta noche de soledad,
llorad conmigo en esta danza de amargura,
hasta que el último recuerdo se desvanezca en la eternidad!