Portada

Abierta toda ventana
ingresase diurno el viento tibio;
conductor en su acorde hacia la adyacente caricia,
do tan ansioso habitase el noble corazón.

En pleno gozo, interna la llovizna
del instante imperecedero;
imprimíosle para el testigo, un eco,
en las almas mellizas cautivas de memorias.

Un jubilo de ángeles, leal,
habitado el reino junto al mar;
en la fuente de los ojos cetrinos
que reflejasen el manantial ambarino
musitadas las pupilas.

Vuestro rostro paraíso
la costa origen de toda embarcación;
gaviotamente volando
a través de la brisa y espuma olas.

Cómplice la tarde,
se respira interna la danza y el cáliz
símbolos de cada estrofa;
en la adyacente frontera
de vuestros ávidos labios
y el mar en sus mareas.

Allí… en un susurro,
la metáfora huésped
cercana al tacto níveo de las breves horas;
obsequia ataviada su caricia
llenando el alma, en su salmo de memorias.
ϴ

Fondo musical:
Paul Cardall- Without you

Abril 17, 2024
© 2024 Gabriela Ponce de León- La Dama Azul
Todos los derechos reservados.

¿En qué momento del tiempo me perdí?
¿Cómo llegué?¡Oh lugar desconocido!
Me ataste en el abrazo del olvido,
desde entonces ya no supe más de mí.

El recuerdo se hizo polvo, el tiempo fué
fatal y desmedido en su violencia;
pétalos de margaritas,¡Oh inocencia!
Con inmensa fantasía deshojé.

Perdida en lo insondable del olvido
del sol de la mañana me alejé;
¿Volveré; será fué sólo un descuido?

A veces no se nada...Olvido -ya no sé-
mis pasos solitarios me han perdido;
¿Si me aferro al Arcoiris?...¿Volveré?

Últimamente no sé de dónde viene tanto miedo.
Pienso y busco por mis recuerdos.
Busco algo que lo explique, trato de encontrar una explicación a tanto temor.
Pero no lo encuentro, solo llego a más dudas.
Llego incluso a tener más miedo.
Miedo a no tener respuesta ante tanto dolor.
La ansiedad que no logro explicar cuando almuerzo sola en el trabajo.
A pesar de ser yo, quien se aleja, quien mira hacia otro lado.
La ansiedad que me atormenta cuando aquel chico dulce roza mi mano.
No vaya a ser que le guste y yo no sepa cómo rechazarlo.
Cuando su perfume me recuerda aquel “te quiero” y mi posterior silencio.
La ansiedad que me da un golpe duro en el pecho,
cuando me expongo ante alguien y no llamo su atención.
Porque no soy suficiente, porque siempre me falta algo.
El miedo insoportable a que vuelva ese dolor de rodilla, pues el baile es lo único que calma mi mente, que me devuelve la cordura y ralentiza mi corazón.