ORO

ORO
Al amanecer siempre abro la ventana para contemplar al cerro que está al frente, resplandece en su cima, está escondido en medio de los Andes, su reflejo milenario es la felicidad de las personas.
Al medio día aquella brillantez parecía moverse, derretirse sin sentido, a lo lejos lo único que se podía escuchar era la voz del capataz que decía: ¡apuren con el oro ¡
Al atardecer, cuando regresé a casa, habían pasado cinco siglos y el cerro que siempre brillaba en la cima, ahora lloraba sangre en la sima; la larga noche estaba por empezar.

Comentarios & Opiniones

IARA MARÍA VILLEGAS

Muy buena obra, saludos.

Critica: