La despedida

Tengo miedo de volver a ser esa niña loca por ti, pero entonces me pregunto si alguna vez dejé de serlo.
Quizá solo me engaño a mi misma y de paso a ti.
Porque mi parte racional en el fondo sabe que no es normal llorar por no verte hoy. Llorar porque verme no fue algo programado en tu agenda, cuando en silencio yo despejé mi viernes esperando tu mensaje.
Y sí, acepté salir anoche para no pensar en ti, pero mientras me tocaban, solo pensaba en que te habría preferido a ti.
No tiene sentido.
No tiene lógica.
Quizá tú ya lo presentías y por eso ya no me coqueteas. Y sé que no debería extrañar que lo hagas, sé que no debería extrañarte, porque no es normal.
Y créeme que me encantaría no estarte aburriendo con mi intensidad, pero a veces no puedo con tanto.
Después de todo, ya me has eliminado de tu vida tantas veces, que quizá necesito que lo hagas una vez más. Antes que vuelva a enloquecer por ti y tú me odies de nuevo.
¿Será que los últimos quince minutos que nos vimos cuentan como cierre? ¿Como despedida? Porque yo no quiero despedirme, pero tú no querrás tenerme en tu vida luego de saber que en mi mente, la idea de tú y yo, siempre me ha parecido natural, algo factible, algo que de alguna manera saldría bien.
Pero lo suprimo, para ser la amiga que tú quieres que sea.
La que no llora porque no te vio hoy.
La que le da igual si le coqueteas o no, porque no te desea.
La que no siente más de la cuenta.
La que logra ser tu amiga real, sin que tengas que alejarte.