Hacia el otro lado

Hacia el otro lado.

Con el alma perdida entre la niebla
y a lo lejos canciones de chiquillos,
sin rencores, sin miedos, sin quejidos,
abandonó la noche, las tinieblas.

Encaminó su vuelo tras la senda
que, formada por un largo pasillo,
conducía hacia una luz de extraño brillo
coronada por zafiros y perlas.

Pudo sentir, excitación tremenda,
pararse a oír el rápido latido
de un corazón, aquel que había tenido,
y que quedó olvidado aquí en la tierra.

Quiso tocar, más no encontró materia.
Quiso escuchar, más no encontró sonido.
Quiso gritar, más nadie le habría oído,
acercándose a él un haz de luz etérea.

Se preguntó tal vez, que donde se había ido
y le bastó sentir la paz como respuesta,
entonces la Gran Luz aumentó su fluido
y entró en la eternidad, fundiéndose con esta.

Antonio Nogales Benítez.