¿Endecha?, -ojalá- despedida

poema de Zúntala

Suelo escribir instantes en papel
Lacerarme con las cenizas de algún cigarrillo
Alegrarme con la cercanía de Hades
Todo mío, o solo mío.

Suelo parecerme a los charcos de llovizna
A tórtolas sin alas o canciones
O parezco un despojo arcano
Alguna rienda suelta, y atada

Me suelo lamentar del vivir
Del marchito testimonio de "luchar día a día"
Quiero, ahora más que nunca, ser árbol
Detenido en el tiempo

Suelo merecer el desprecio de mucha gente
La insultante soledad de mis noches
Y hoy, como tantas veces ayer
No es diferente

Suelo rodar bajo la costa de las cosas
Cantar felices odas que esconden tormentas
Suelo llorar en la tarde, en la noche
Al despertar, y por dentro

Suelo alegrarme del amor ajeno
Y desdeñar cada molécula del día
Suelo provocarme las alegrías más tontas
Para seguir caminando

Y me temo,
Que se me agota la tinta
Y el juicio

A veces mientras vivo, muero
Y me he dado cuenta, estos días
Que lo que queda es yacer
En el pesado descanso antiguo del morir

Solía sentirme vivo cantando
Solía manejar tanta amargura y ansia
Ahora ahogo todo en nicotina y versos
Inútiles versos de amante puberto y tonto

Solía levantarme esperando sorprenderme casa instante
Ahora la mera caricia de los días me paraliza
¿Cómo oso solicitar compañía
Cuando la mía me desalienta?

Pedir complicidad ahora parece imposible
Solicitar caricias un sueño lejano
Y llorar ya no me consuela
Escribir, ya no puedo

Solía quebrarme por el dolor
Y enjugar mi llanto en un cercano pecho
Ahora me tocar rimar las almas muertas
Con algún verbo olvidado

No me quejo, lo juro
Sólo le he disminuido la sal
A mis mareas

Solía verme y sentir náuseas
Solía sentirme enfermo de vivir
Y hoy, amigo oyente, inclemente
No es diferente.