Primer encuentro

Tras el flechazo que siguió al primer encuentro,
preguntas fortuitas afloran en mi cabeza.
¿Qué nos deparará
ahora que somos perfectos desconocidos que se acaban de conocer?

Las expectativas se elevan como estrellas
que nuestros pasos pueden teñir de constelaciones.
O, por el contrario,
podría esta ser otra de esas psicopatías románticas.
Mañana las ganas de vernos podrían despertar marchitas.

Señorita,
eso es lo encantador del asunto.
Que después de una maravillosa noche,
podría, o no, preceder una maravillosa velada.
Hallaremos la respuesta bordeando el uno al otro.
Hurgando las vestiduras del alma,
hasta donde el confort permita desnudarla.

Y, si al final florecen las amapolas
mirándonos a los ojos,
ahí, señorita, el encuentro será otra historia.