Fuego cruzado
poema de Gabriel C. Márquez
Estaba
atesorando el infinito en sus labios.
Un resplandor rojo los bañaba.
Sentía
que el ritmo de las ruedas del mundo
se acompasaba a su respiración.
Así que caminamos en la misma luz
dentro de un pozo en que se desvanecía el letargo.
Mortal indiferencia al núcleo
que nos hacía indestructibles.
Dos llamas
que se desvanecen
troceando
la antes acerada
ausencia de sus cuerpos.
Comentarios & Opiniones
Fue un placer leerte.
Bella historia de encuentros. El poema tiene gran fuerza al principio, pero decae un poco hacia el final. Valdría la pena trabajarlo un poquito más. Gracias por compartirlo
Excelente para mí,me encanto.saludos y beso.
Un gusto leer sus comentarios. Todos los tomo en cuenta. Saludos.