Mi reflexión ética

La inocencia y la ternura de un niño, se pierde a la velocidad que al compartir un sentimiento que consideraba privado, para sí, interviene la picaresca de un segundo que decide sin pensarlo un momento, aprovechar y sacar un caramelo de ese tarro de confianza que el inocente deja abierto.
Tan sólo, porque no puede imaginar la idea de que alguien, pueda actuar de un modo tan opuesto a él, así, cuando en el recuento de experiencias que es su vida, vea su tarro vacío por confiar, aprenderá una lección diferente al resto, pues se irá a la cama dolido, pero pensando que al menos, esa gente hoy tendrán qué comer gracias él.
Porque la inocencia es la cualidad más pura del ser humano y aunque muchas veces sea un salto de fe,porque se regala, perderla no es una opción.

Es lo que conlleva que alguien merezca la pena.